La autoestima es definida como “la valoración,
generalmente positiva, que se tiene de uno mismo”.
Los problemas de baja autoestima son muy frecuentes
hoy día, más aún si tenemos en cuenta el ideal de mujer que nos presentan, o
nos imponen, los medios de comunicación. Y allí arrancaron mis frustraciones…
Al no ser alta, esbelta, rubia, bonita e inteligente… Siempre fui muy
perfeccionista, siempre quise alcanzar lo mejor en todo, pero nunca supe
dominar el no poder hacerlo… Aparecía allí una frustración, cada vez que algo
no salía como yo lo esperaba. Y esto llevaba a deteriorar un poquito más mi
autoestima.
Hoy por hoy, soy una persona más que insegura… Tengo
la necesidad constante de sentirme el centro, de encontrar la aprobación de
todos en todos… Cada vez que voy a salir a bailar, obviamente antes todos mis
amigos están en casa, hago una especie de “desfile” donde luzco por la pasarela
del living de mi casa más de medio ropero. Y aun así, salgo desconforme. Hay
algún que otro día, muy pocos, debo reconocer, en que me levanto, me miro al
espejo y me veo hermosa. O me creo hermosa, para hacer más llevadero ese grave
problema de imagen.
Sin embargo, amo verme en fotos… Debe ser el hecho de
verme plasmada en arte, como algo inmortal, algo que permanecerá en el tiempo
aunque yo ya no esté. Las fotos me favorecen… Siempre me comparan con Lindsay
Lohan, por un parecido físico a mi criterio escaso. Lo que no saben es que, como
ella, estoy tocando fondo.
Pero no. La autoestima no pasa sólo por lo físico. Es
un todo, un conjunto, como uno se siente en general. Como persona. Y aquí… Hay
de todo. Hay momentos, creo yo. La mayoría del tiempo siento que no valgo como
persona, o como mujer. Si tuviese un cierto valor como mujer, tendría a mi lado
quien me apoye, quien me cuide, quien me quiera. Si fuera excelente, tendría mi
carrera terminada, mi casa hermosamente amueblada y ordenada (mi casa es como
mi vida, un hermoso caos), tendría auto, moto y vacaciones en el extranjero.
Tendría quien me espere todas las tardes o todas las noches al volver a casa.
Cuando llego, mi hija está dormida, sólo Pelusa, mi gata, me recibe contenta de
verme llegar.
En fin, sentirse gorda, fea, inútil, poca cosa, es
algo normal en mí. Es un sentimiento que me acompaña desde la infancia, desde
la escuela o quizá desde antes… La pregunta es… me acompañará por siempre? Tal
vez algún día yo logre valorarme, si es que valgo algo…
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